Leticia Calderón Chelius
20/05/2022 - 12:00 am
Curar a ritmo cubano
A diferencia de otros países de la región en México el debate que se ha abierto debido a la contratación de médicos de Cuba ha tocado muchos temas que al final nos retrata como sociedad.
Casi como si fuera un guión preestablecido, en México se escuchan los argumentos en contra de la llegada de médicos que vendrán de Cuba para trabajar en algunas de las regiones más pobres del país. Lejos de ser originales les cuento que las frases y los lemas de quienes critican esta misión se han repetido igualito en cada país a de Latinoamérica a donde han llegado ya misiones médicas cubanas, desde Brasil, Colombia, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Chile y súmenle el país que me falte mencionar, porque ese proyecto de exportación de médicos cubanos ha llegado prácticamente a todo el Continente y tiene adeptos y detractores por todos lados. El detalle entonces es señalar que la reacción en la opinión pública mexicana no tiene nada de original porque los argumentos locales replican los gritos casi histéricos del “quieren quitarle el trabajo a médicos locales”, hasta lo que raya en delirante, exigir negar la entrada de la comitiva médica cubana por que se le atribuye por misión la de capturar las mentes de los nacionales de cada país. Dicho en corto, lo que de verdad busca el régimen cubano, en voz de quienes más los critican, -en algunos casos algunos de los más reconocidos rostros que leen noticias cada día en cadena nacional-, es inducirnos al comunismo de manera soterrada mientras ofrecen ayuda a los más pobres de los pobres de cada país y de esa manera, aleccionar a la gente, que, dicho sea de paso, la describen sin criterio ni capacidad crítica para tomar sus propias decisiones. Es algo así como decir que todos hemos sucumbido a la misión ideologizante que a lo largo de décadas ha tenido Estados Unidos con su estrategia de penetración cultural a través de sus cadenas comerciales globofobicas, la exportación de su modo de vida americano como el ejemplo a seguir y, la promoción de sus valores gracias a la industria más fabulosa de todas las industrias, el cine de Hollywood. Ni nos volvimos “gringous” solo por la estrategia macdonalizante de ese imperio, ni nadie se volverá buen danzante ni comunista solo por que lo atiendan médicos cubanos.
El sainete, sin embargo, ha sido un pretexto más para imponer agenda desde la presidencia y ponernos a todos a argumentar y llegar a la realidad que importa discutir. Nuestro país, como prácticamente toda América Latina, tiene déficit no solo de médicos sino de toda la cadena que atiende la salud, incluidos servicios de enfermería, sobre todo de aquellos galenos dispuestos a radicar en zona de extrema pobreza. Esto no es una casualidad ni un rasgo latinoamericano y menos solo mexicano, sino la prueba de lo que nos ha dejado un sistema económico, el neoliberalismo, que impuso el modelo de hacer de la salud un negocio y el que pueda pagar que se cure. La desigualdad de acceso a servicios médicos es la parte más lacerante de lo que nos ha dejado este periodo del capitalismo más salvaje. Cualquiera lo sabe, la diferencia en tiempos de atención rápida o tardía, de cuidados especializados, de acceso a medicina de punta, acciones en salud preventiva, seguimiento de enfermedades y, sobre todo, la posibilidad de vivir con el menor dolor en la vida tiene un precio y esta mercantilizado.
A diferencia de otros países de la región en México el debate que se ha abierto debido a la contratación de médicos de Cuba ha tocado muchos temas que al final nos retrata como sociedad, desde los que reaccionan de una manera casi personal contra esta contratación cuando nunca en su vida habían dicho ni pio por la salud de los más pobres, aun teniendo los medios para hacerlo. Mientras que otros, intentan realizar lo que podría ser la gran revolución profunda, prudente, meticulosa, precisamente en el campo de la salud. La reingeniería administrativa en ese ramo no es poca cosa, lo mismo que acelerar la expansión de la atención y, sobre todo, mejorarla, porque cualquiera que es usuario de atención pública tiene un rosario de quejas que podría rezar hasta dormido. Apostar por hacer un cambio significativo en el tema de la salud pública y masiva puede ser el proyecto más contundente de la apuesta del nuevo régimen prometido. Por eso, mientras unos siguen discutiendo acaloradamente en horario estelar sobre 500 médicos cubanos que irán a lugares como la montaña de Guerrero y otras zonas de alta marginalidad, otros, se arremangan las mangas y empiezan a atender a quien sufre. Bienvenidos sean.
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